Fray
Juan Abad o también llamado Fray Juan Ramón Rojas, y conocido por algunos pobladores como el Padre Santo, el ermitaño o el Padre
Guatemala. Entre los años 1860 y 1865, el religioso de la orden franciscana
vivió en los pueblos de Olmos, Motupe y Penachí, lugares que convirtió en un
sitio de oración en su búsqueda por la santidad y en los que confeccionó tres
cruces una para cada distrito en la cima de los cerros: Chalpón (Olmos y
Motupe) y Yanahuanca (Penachí), las cuales son las que protegen a cada uno de
los lugares. Un día el Franciscano decidió dejar esos lugares lo cual antes de
partir les había conversado a los pobladores de diversos lugares que había
dejado tres cruces una para cada lugar. Al desaparecer el Franciscano, los pobladores salieron en búsqueda de las cruces pero no las encontraron. Poco
tiempo después se recibió la noticia de que el padre Abab había fallecido
víctima de la “uta” el 13 de octubre de 1866.
El Fraile
llevaba una vida contemplativa y de penitencia y había sentado sus reales en
las escabrosidades del cerro “Chalpón” lugar del que en algunas ocasiones
bajaba para visitar las poblaciones de Olmos, Motupe y luego se trasladó a las
serranías de Penachí. Cuando llegaba a algunos pueblos este santo varón
realizaba piadosas labores, haciendo Misa, bautizando y predicando el
Evangelio.
En una
publicación de la revista Franciscana del Perú con
fecha Lima, X – 1953 encontramos un dato histórico y milagroso que ocurrió al
segundo día de los funerales del santo padre Juán Abad; Se encontró el cadáver
sobre su propia sepultura. Habiéndose repetido el caso por dos veces
consecutivas, al intervenir la alta autoridad eclesiástica de entonces, ante el
misterio producido, después del ritual de ordenanza y ante el cadáver así
exhumado, e intacto, pronunció las siguientes palabras:
“¿En nombre de Dios, te pido que me digas quien
eres?” – Ni bien había efectuado la anterior pregunta,
cuando el cadáver del misterioso fraile, ante el asombro general, adquirió
coloración en el rostro, y con voz dulce y profunda repuso:
“Soy el padre ermitaño
Juán Abad”.
Estático,
emocionado, a la par que asombrado, el religioso oficiante del ritual, así como
todos los presentes a este prodigio, cayeron de hinojos, elevando sus oraciones
a Dios.
El “Padre Santo” o Fray Juán Abad, "El Ermitaño”, había probado su santidad al mundo de los vivos e ingreso al mundo de los muertos, definitivamente, para dormir el sueño eterno, de los justos y elegidos de Dios.
El “Padre Santo” o Fray Juán Abad, "El Ermitaño”, había probado su santidad al mundo de los vivos e ingreso al mundo de los muertos, definitivamente, para dormir el sueño eterno, de los justos y elegidos de Dios.
Pues lo que
se dice del cerro rajado es encantado y lo de la Cruz de ese lugar queda como
una leyenda ya que las versiones existentes dicen que al encontrar esa cruz se deshizo apenas la tocaron. Pues la pregunta
es: ¿cómo pudieron las personas subir hasta la cima del cerro rajado y tocar la
cruz si dicho cerro es encantado?.... Pues por lo dicho anteriormente esto no
deja de ser una leyenda que se ha ido difundiendo de generación en generación.
La verdad es que existen tres cruces que confecciono el Franciscano Juan
Abad dos de ellas están en el Cerro Chalpón en los distritos de Olmos y Motupe,
y la tercera en el cerro Yanahuanca en el poblado de Penachí en el distrito de
Salas.
cambia el tipo de letra no se puede leer nada :)
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